Casa en Begur
Naturaleza, carácter y transparencia forman el harmónico equilibrio de contrastes que caracteriza el nuevo proyecto realizado por el estudio de arquitectura Garcés de Seta Bonet, una casa de obra nueva situada en un solar extenso con un desnivel suave, rodeada de naturaleza y con una amplia vista sobre el mar de Aiguablava en Begur, en la Costa Brava de Cataluña.
“Los propietarios querían una vivienda grande (450m2) para compartir con amigos y familia y hemos desarrollado para ellos una tipología de casa-patio, como la de las viviendas tradicionales romanas, con un área habitable alrededor de un espacio central, donde la naturaleza del exterior se expresa de forma más domesticada. De este modo, se establece un diálogo entre la vegetación mediterránea y la naturaleza presente en el patio” destaca Jordi Garcés, uno de los tres socios del despacho.
En su apariencia externa, la casa es un prisma cuadrangular de hormigón, una pieza de piedra artificial, compacta, cuya percepción cambia completamente en el momento de cruzar su entrada: las paredes casi se rompen y se desvanece la sensación del monolito. Gracias a las transparencias de los espacios interiores, y a una progresión de reflejos entre estancias a través del patio se logra crear una reverberación de la naturaleza exterior. Los arquitectos definen esta vivienda como un caleidoscopio
“Cuando se accede dentro, la imagen de la naturaleza se va reflejando por todas partes, rompiendo los interiores, como si se tratara de una fotografía del artista Luigi Ghirri” explica Daria de Seta.
Un volumen anclado a nivel de la calle resuelve el acceso y el garaje. Desde ahí un descenso en talud permite acceder con suavidad a la casa que emerge desde la cota natural del terreno.
“La manera en que la casa se coloca en este lugar intenta no compactar y dejar que el suelo permanezca permeable, con los menores movimientos de tierra, respetando el nivel del suelo y el comportamiento del agua cuando llueve” remarca la arquitecta Anna Bonet.
En la planta baja de la casa se reúnen la mayoría de los espacios de la vida diaria: comedor, salón, cocina, y habitaciones para los invitados.
La entrada cuenta con un gran pasillo que por un lado está cerrado por una pared de hormigón y por el otro, por una pared acristalada que da al patio. El pasillo se prolonga hacia una escalera que va a la planta superior, y también permite acceder a la piscina que dibuja visualmente un efecto de trampolín hacia el horizonte lejano del mar.
El gran patio interior introduce el exterior hasta lo más privado y resuelve la casi totalidad de recorridos de la vivienda, actuando como distribuidor general de la casa sin que exista un pasillo que comunique las habitaciones. Las estancias de la casa se suceden alrededor de este eje central.
Los límites laterales y traseros de la vivienda son opacos, pues el verde ya está dentro y se puede disfrutar del paisaje a través de la fachada principal acristalada del salón, incluso desde los espacios más alejados. Asimismo, la luz llega a todas las estancias desde la fachada.
La relación entre el paisaje exterior y el interior se da también en la forma de habitar la casa: en primer lugar, porque el comedor es un puente suspendido entre dos exteriores, y en segundo lugar, porque para cruzar de una habitación a otra de una manera privada es necesario salir al patio, ya que la alternativa sería pasar internamente por cada habitación.
En el piso superior se encuentra un volumen que aloja la suite de los propietarios, que disfruta de grandes vistas, flanqueada por un lado por el espacio de doble altura de la escalera y por el otro por una terraza - solárium. A través de una secuencia de zonas de aguas, la suite se prolonga hasta una terraza exterior cerrada por detrás con una celosía, para conservar la privacidad desde la carretera, pero totalmente abierta hacia el horizonte del mar.
La idea del baño como transición entre suite y terraza se realiza desde un punto de vista espacial pero también compositivo y visual. Todos los baños y la piscina se han tratado cromática y gráficamente para recrear los frescos de las casas romanas y evocar los tonos vegetales y florales del mediterráneo, con baldosas cerámicas hechas a medida por el maestro artesano Antoni Cumella.
El material dominante, adecuado para el concepto claustral de la casa, es el hormigón visto, mientras que para los interiores se ha usado también madera, metal y vidrio.
En cuanto al consumo energético, se han introducido elementos de protección solar en las fachadas más expuestas, con pérgolas tanto en las fachadas vidriadas del patio como en la fachada principal de la suite. La ventilación cruzada es otro de los elementos clásicos de la arquitectura mediterránea que ayuda a mantener una climatización correcta.
Desde su ideación hasta los detalles constructivos, el proyecto logra cumplir el programa con un resultado que expresa al mismo tiempo complejidad espacial y esencialidad, y manifiesta plenamente uno de los pilares de la filosofía de trabajo del estudio Garcés de Seta Bonet Arquitectes: la atención al carácter del lugar donde se ubica. Las grandes cristaleras, las transparencias y reflejos de esta casa permiten a sus habitantes reconectar con la naturaleza interior y exterior.
Tal como afirman desde el estudio de arquitectura “con este tipo de proyectos nos reeducamos en volver a vivir mirando a nuestro alrededor.”